viernes, 3 de abril de 2015

EL GATO QUE VENIA DEL CIELO




TAKASHI HIRAIDE
Alfaguara
160 páginas


Un matrimonio joven decide mudarse y llegan a un lugar donde no se permiten niños ni mascotas. Ellos saben que hijos no van a tener porque han pasado los 35 años y mascotas tampoco. Los perros necesitan mucho tiempo de atención  y los gatos no le gustan a ella. Así es como se mudan a una casa cómoda, con un gran jardín. Los dos se dedican a escribir y el lugar es perfecto para ellos.
Pero una tarde, escuchan al nieto de la vecina jugando con algo que hace que el niño este muy excitado. Ellos se asoman y lo ven jugando con un gato de la calle.
El niño pide por favor que le permitan quedarse con el gato y luego de mucho pensarlo le permiten que el gato se quede en su casa.
La vida parece transcurrir tranquila como siempre, pero los gatos tienen la particularidad de convertir una vida tranquila en una vida plena de emociones y aventuras.
Este gato, como todos los gatos, no conoce de fronteras, para ellos todo territorio debe ser explorado y debe pertenecerles.
Es así como una tarde llega a la casa del matrimonio y entra sigilosamente, primero con temor a lo desconocido, pero luego inspecciona toda la casa bajo la mirada sorprendida de sus habitantes.
Tal como entro se fue.
Podría haber sido una visita de cortesía, sin embargo repitió la visita cada día. Hasta llego a encontrar un lugarcito para dormir una de sus siestas.
Si bien a ella no le gustaban los gatos, con este le sucedió algo increíble: lo acepto.
Le habilitaron una puerta gatera, para que él pueda entrar y salir a su antojo, aunque con algunas restricciones. Le pusieron una camita para que duerma sus siestas. Lo esperaban con pescado para sus almuerzos y agua fresca. A todo esto correspondía que el gato tuviera un nombre, y le pusieron Chibi.
Es así como Chibi conquisto sus corazones.
Si bien Chibi  era un poco arisco, estaba cómodo con ellos. El primer día que durmió en la casa de ellos “ la casa entera se inundo de una profunda alegría”.
A veces dormía toda la noche, pero a la mañana temprano salía a saludar a su otro dueño, el niño, antes que este partiera para el colegio.
La presencia de Chibi les cambió la mirada sobre la vida a esta pareja sin hijos. Lo esperaban como se espera a un amigo. Ella dice “para mi Chibi es un amigo que me comprende, un amigo con apariencia de gato”
Por su parte, él recuerda otros amigos que tienen gatos y dice que hablan de sus gatos como si lo hicieran sobre sus hijos. Esa es la importancia y la presencia de un gato en la vida de una persona.
El autor, con una pluma delicada y tierna, relata una historia simple pero con una sutil delicadeza para encariñarse con Chibi y amarlo desde lo más profundo.
Sobre todo para los amantes de los gatos que serán los que mejor comprenderán esa personalidad independiente de este personaje.
Durante la historia, sucede algo doloroso, sin embargo, ellos lo superaran de la mejor manera, de la única manera posible, continuar dando amor.

Sobre ciertos dichos que solo el amante de gato podrá comprender.
Leyendo esta historia, tuve presente a los gatos que han pasado por mi vida. Me identifique con este Chibi, que bien podría ser el mío, el que vive en casa, o con
el otro que cada mañana y cada tarde me espera en la puerta de casa no solo para que le lleve un poco de comida, sino para saludarme.
En un párrafo el autor dice” los enamorados de los gatos consideran que el suyo es la maravilla entre las maravillas” es cierto, nuestro gato es el mejor de todos, aunque sea igual a los demás.
“Los gatos abren únicamente su corazón a sus dueños, solo a ellos le muestran su verdadero esplendor” y los míos me han mostrado su corazón a pleno.
Cuando un gato se va de nuestra vida, nos dejo la enseñanza de dar y recibir amor, por eso, lo mejor es darle ese amor que aprendimos a otro gato.
El libro nos cuenta una historia que llenará de paz a nuestro corazón. No solo deleita al lector con una escritura delicada y profunda, sino que acaricia el alma como si lo hiciera  una pata de gato.


                                                                       Nilda Gallegos Nelson








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